Hum...
Hola a todos! Cómo ha ido el día? Y
el fin de semana? Espero que bien, y que hayáis vuelto a tener en él
tiempo para vosotros, para vuestras inquietudes y vuestros caprichos.
No se trata de vivir más o menos tiempo; sino de disfrutar de los
días de la mejor forma posible.
Bien, este fin de semana lo he tenido
de descanso en lo que a entrenamientos se refiere; aunque es cierto
que he dedicado algo de tiempo a moverme un poco y estirar el cuerpo.
Como os digo muchas veces, un deportista no lo es solamente durante
el tiempo que está en la pista de entrenamiento; sino en todo el día
a día. Las horas de sueño, la alimentación, las rutinas... Y
dentro de ese cuidarme, mi entrenadora y yo tenemos muy claro que es
igual de importante los periodos de carga que los de descanso. Y en
ello, entra tanto la parte física como la parte mental. Total, que
entre que tenía descanso y que el viernes recogí la furgoneta, me
he ido a Oviedo a rodarla un poco y pasear. Es una ciudad que me
encanta, señorial, limpia, ordenada... da la sensación, al igual
que en San Sebastián, de que uno está en una ciudad del norte de
Europa.
Este fin de semana se celebra en Oviedo
el fin de semana de La Ascensión; y la ciudad se llena de
actividades. Paralelamente con la festividad religiosa del jueves
pasado, donde se conmemora la ascensión de Cristo a los cielos, la
ciudad recrea una tradición que viene del siglo 18, cuando los
mercaderes se reunían en esta fecha junto a la plaza de la catedral
para celebrar la fiesta del mercado de ganado. Así que, este fin de
semana, todo el mundo iba vestido con trajes de la época, y los
artesanos, en calles y calles adyacentes a la catedral, vendían toda
clase de objetos y comida. Os adjunto una foto.
Después, paseando, me encontré con la
iglesia donde se casó Franco; muy colorida, donde había un Rolls
Royce esperando a la novia. Y lo vi tan flamante, que me detuve a
sacarle una foto. En eso, junto a mí, otro hombre hizo lo mismo. Y
en eso, se acercó a nosotros un tercer hombre que recogía firmas en
contra de la ley Wert. Es un hecho que no tendría mayor relevancia
si no fuese por la conversación que tuvieron y que me hizo pensar:
-Una firma para la mejora de la
educación de nuestros hijos?
-No gracias, yo no tengo hijos. Es algo
que no me afecta.
Y el hombre se marchó...
Así nos va. En este país la gente se
manifiesta, protesta, pide ayuda... y todos los demás, cuando son
temas que no nos afectan, no les apoyamos. Es cierto que no podemos
ir al 100% de las manifestaciones; pero si todos intentásemos apoyar
a los que buscan y persiguen algo, las cosas funcionarían de otra
forma. Recuerdo que, cuando estudiaba el grado superior de técnico
ortopédico, tuve problemas porque el instituto donde estudiaba no me
concedía el título de técnico como al resto de compañeros al no
poder realizar una parte de los trabajos que hacíamos en el taller.
El único profesor que me apoyó entonces, auguraba que todos mis
compañeros se comerían algún día “un bocadillo de mierda”
porque, en aquel momento, mi situación era algo que a ellos no les
afectaba y ninguno me ayudó. Y hoy, he recordado aquellas palabras.
El bocadillo de mierda, significa que las causas que libra cada uno,
sean grandes o en la intimidad, no importan al resto de la gente, y
que poco a poco estamos perdiendo el sentido y el concepto de que
todos estamos, de alguna forma, conectados unos con otros. Quizás
tus batallas no me importen o no me afecten; pero si puedo, debo
apoyarte en ellas para que consigas aquello que persigues. Es así de
sencillo. Si no, un día me servirán en un bar un bocadillo de
mierda. Y es que, el día en que otros protestaron por ello, pensé
que a mí no me afectaría...
Y poco más. Voy a ver si hago una
copia de seguridad que hace mucho que no la hago...
Mañana os veo de nuevo.
Besos a todos!!
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